Este espacio esta hecho para hacer tributo principalmente a lo que fue el maravilloso poblado de Cinchona de Sarapiquí, sin dejar de lado por supuesto a otras de las comunidades afectadas por el terremoto del jueves 8 de enero de 2009 como lo fue San Rafael de Varablanca de Heredia, pueblo que también desapareció llevándose, al igual que Cinchona, varios de sus habitantes. También hay que tomar en cuenta a Vara Blanca, el más conocido, quedó destruido casi en su totalidad.
Montaña Azul y Los Cartagos también son pueblitos que quedaron irreconocibles y que los medios no mencionaron mucho. Nuestros mas sinceros sentimientos a los habitantes de esos poblados que al igual que la gente de Fraijanes, Poasito, Cariblanco, Ujarrás y demás comunidades aledañas, muchos lo perdieron todo y no saben donde pasarán el resto de su vida ya que la vida que antes tenían les fue arrebatada y con ella sus trabajos, sus pertenencias, sus tierras tan difíciles de conseguir, sus cultivos, los regalos de navidad que

tenían 2 semanas de haber sido estrenados, y en algunos casos, sus familiares.

En este blog mencionaré mas que a ningún otro pueblo, a Cinchona ya que era mi hogar, probablemente el mas destruido, el que mas vidas tomó y uno de los menos conocidos.

DE CINCHONA
Cinchona era un pueblo prácticamente "inexistente" ya que pocos en el país sabían que ahí estaba, muchos pasaban por la carretera principal que comunicaba a Vara Blanca con San Miguel de Sarapiquí, como a 3 kilómetros al norte de la catarata La Paz y lo único que veían era los dos miradores a orilla de la calle (uno de ellos era mi casa) y pensaban que eso era lo único que había ignorando que a escasos 100 metros se encontraba un pequeño pero caluroso pueblito con su hermosa iglesia y también pequeña escuela en la que yo estudié. Cuando yo estaba en esa escuela había únicamente un aula y un solo profesor, Don Ángel Arana, todo un maestro!. Recuerdo que cuando me gradué de sexto año éramos solo 4 personas, todos los de sexto; la población total de la escuela para entonces era si mal no recuerdo de 25 niños contando todos los grados y el aula estaba dividida a la mitad por una cortina. Teníamos un comedor en el cual nos daban desayuno y almuerzo todos los días pagando una cuota de 500 colones por mes lo cual, era necesario y supuestamente obligatorio, pero el no pagarlo no nos privaba de nuestro sustento. Recibíamos 5 materias: español, estudios sociales, ciencias, matemáticas y agricultura; en agricultura usábamos palas y picos, sembrábamos y lo que cosechábamos lo llevábamos al comedor para que más tarde nos lo sirvieran en el almuerzo! Vainicas, mostaza, rábano y algunas veces maíz, entre otros.

Para su último año la escuela de Cinchona ya contaba con un aula más, y ahora las familias tenían la opción de enviar a sus hijos pequeños al kinder, ya no era mas una escuela unidocente y hasta director tenía, la población había crecido.
El comedor ahora yace desparramado sobre un precipicio que se llevo la carretera principal, una vía que comunicaba la carretera con el pueblo y parte del cementerio, el cual no había tenido mucho uso a lo largo de los años. Alrededor de 7 tumbas era lo que había en ese lugar, uno de los cuerpos que sobre él descansa tenía una semana de haber sido enterrado, hay aproximadamente dos tumbas que están a punto de caer por el precipicio.
Recuerdo que cuando llegué al pueblo por primera vez sólo había una persona enterrada.
La mayoría de la gente que ahí habitaba tenía toda la vida de vivir ahí. Nacieron ahí, se criaron y algunos prefirieron quedarse ahi talvez para siempre, como es el caso de mi buen amigo Jonathan Bolaños, toda una celebridad en el pueblo, todos lo conocíamos y él los conocía a todos, muy reconocido también en los pueblos vecinos. Era una persona muy trabajadora, trabajó desde muy joven y amaba a Cinchona más que a nada. Para esta hora su cuerpo sigue sin aparecer.



LA TRAGEDIA
El jueves 8 de enero de 2009 me encontraba en mi casa acomodando la colección de billetes que a lo largo de los años habíamos recolectado gracias a las donaciones de visitantes tanto nacionales como extranjeros, mi madre se alistaba para ir a hacer mandados a San Miguel con mi hermanita de 12 años, mi novia también se encontraba en mi casa, andaba de visita; en el mirador recién había entrado una familia al parecer provenientes de Bélgica quienes andaban paseando, eran cinco personas entre las cuales se encontraban dos niños: un bebé de meses y una niña como de dos ó tres añitos. Ellos estaban disfrutando de la vista de la catarata San Fernando y del espectáculo que las diferentes especies de aves ofrecían, mi madre se disponía a recoger la cartera que estaba en el cuarto principal, cuarto cuyo piso de madera se sostenía en el aire por medio de unas vigas; Norlan, un vecino pasaba frente a mi casa con su hija de año y medio y se disponían a subir el corto sendero que a escasos 40 metros de mi casa los llevaría a la suya cuando, a la 1:20 pm (aprox.) la tragedia comenzó.

Un terremoto de 6.2 grados en la escala de richter pero de 8 puntos en la escala de Mercalli nos hizo dejar de hacer lo que hacíamos para, por aproximados 20 segundos provocar el paso de nuestra vida entera por nuestras mentes.
Para los primeros 10 segundos una gran mayoría de las casas, los postes, arboles y gran parte del pueblo en si ya estaba en el suelo, y parecía que nunca iba a parar. Yo me encontraba a escasos 10 metros de la puerta de salida cuando el terremoto comenzó ya desde el principio con todas sus fuerzas, salí corriendo y aun así no pude salir del mirador hasta que el terremoto había terminado, el movimiento era tal que rebotaba en el suelo como si estuviera montado en la "tagada", trataba de arrastrarme para salir por la puerta que estaba frente a mi y cuando por fin pude medio levantarme, una pared me devolvió al suelo dejándome digamos que sentado mientras me prensaba contra el suelo, aún recuerdo la presión que sentía en la columna, pensé que nunca saldría.
Creo que el peor momento fue cuando salí de mi casa, me encontraba sobre el estacionamiento, veía el mirador totalmente desplomado y sabía que dentro de él estaban mi mamá,mi hermanita y mi novia, además de los 5 turistas; y yo no los veía, no los escuchaba, pensé lo peor que pudo haber pasado, grité y grité y por fin escuché a mi novia decir que estaba bien, ella salió, con algunos golpes y raspones pero bien, casi al mismo tiempo mi mamá se reunió conmigo y mi novia y luego salio mi herm
ana
totalmente sana, ni un golpe gracias a Dios, todos estábamos bien, sólo yo tenía la cara cubierta de sangre por una pequeña herida en mi nariz, un raspón en mi frente y un, no se si fuerte o leve dolor de rodilla, pero caminaba y podía abrazar a mi familia, estaba bien!, no entendía qué había pasado.
Uno de los turistas pudo salir por entre los escombros, descalzo y con raspones en sus piernas, estaba en shock ya que el resto de su familia estaba adentro, atrapados incluyendo al bebé y la niña, yo no podía dejarlos ahí así que intenté introducirme por entre los escombros para tratar de ayudar pero era inútil, el acceso estaba prácticamente imposible y las grandes réplicas nos recordaban que podíamos morir en cualquier momento.
Por la parte de atrás de casa, donde estaban los comederos de aves pudimos sacar a los que ahí seguían atrapados y yo con mi pierna herida (sin saberlo aún) corría con la niña en mis brasos sobre paredones tratando de salir antes de que una réplica terminara de soltar el terreno y nos sepultara. Podía escuchar de fondo el fin de Cinchona aunque aun no lo asimilaba y un momento volteé a ver el "paisaje" que había frente a mi casa y pude observar como la montaña se desprendía por partes, fue aterrador.
Por fin estábamos todos a la orilla de la carretera quebrada, ya nadie estaba atrapado y fue en ese entonces cuando pudimos observar los daños; era increíble lo que veíamos alrededor nuestro: a unos 30 metros carretera arriba un alud cubría completamente la carretera, unía las dos propiedades que antes estaban separadas por la vía, Norlan y su hija de año y medio caminaban por el pequeño sendero cuando el mismo calló dejándolos sepultados, las casas estaban en el suelo al igual que los postes con sus cables, la carretera rajada y 50 metros hacia abajo la misma ya no existía, nos abrazábamos con cada réplica y fue entonces que por fin me atrevía a ver mi rodilla, estaba sangrando y la herida era bastante profunda, después de ver eso no pude caminar sin ayuda; aún no sabíamos como estaba todo más allá.

Nos atrevimos a adentarnos al pueblo buscando un lugar más seguro ya que donde estábamos parecía ser muy inestable (al igual que el pueblo en su totalidad), subimos de lado al cementerio y pudimos encontrarnos con una gran parte de los habitantes, nuestros vecinos, reunidos buscando al igual que nosotros un lugar seguro el cual parecía no existir más.
Nos establecimos todos los presentes en un fresal detrás de la iglesia ya que estaba cubierto por plástico y pensamos que si nos caía encima no nos pasaría mucho, además la lluvia nos acompañaba.

El poblado también se encontraba destrozado y las eras donde se sembraban las fresas habían casi desaparecido, una gran mayoría de las casas ahora estaba en el suelo y otras calleron solo en parte, una parte considerable. A escasos 50 metros de donde nos encontrabamos, se podía divisar el inicio del derrumbe que se llevó el comedor de la escuela y parte de ella, también parte del cementerio y las dos calles.
A lo lejos podíamos ver las montañas que cedieron una parte de si a los precipicios y cada minuto que pasába nos encontrábamos con mas vecinos, pálidos, asustados y muchos con malas noticias, como fue el caso de doña Rosa quien no podía dejar de llorar comentándonos que su nuera y su nieto
habían quedado enterrados ya que un montón de tierra se llevó la casa en la que vivían, justo a lado de la suya mientras su hijo se encontraba en San José por asuntos de trabajo. También llegó a nosotros la noticia de lo que había pasado en la soda La Estrella donde se encontraban alrededor de diez personas entre trabajadores y clientes. Pocos salieron de ahí con vida y entre los fallecidos podemos mencionar a Fran, el dueño de la soda junto con sus tres hijos; su esposa también se encontraba en San José haciendo mandados.

"Jhon estaba trabajando en la fresa con Randall y por ahí de las doce y media se fue para su casa a almorzar" escuchamos, y al mismo tiempo pensábamos que ya debería estar reunido con los demás si nada malo le hubiera pasado; mientras doña Maritza yacía en el suelo con dos serias cortadas, una en la palma de la mano y la otra en la pierna, y no paraba de sangrar.
Entre cada 5 y 10 minutos una réplica bastante grande nos quitaba la poca calma que sentíamos al vernos reunidos y con ella las casas terminaban de caerse al igual que la iglesia, y podíamos escuchar el ruido tan tenebroso de las montañas al seguir colapsando, y así fue toda la tarde, y vino la noche acompañada de más lluvia, sismos y sonidos horribles.


Estábamos solos, únicamente teníamos tres botellas de 2 litros c/u con agua y de alimento sólo las pocas fresas que quedaban y algunos paquetitos de comida chatarra que los dueños de la pulpería pudieron ir a rescatar para luego poder calmar el hambre. Recuerdo que lo único que comimos después del terremoto y hasta que nos rescataron, además de algunas fresas, fue un paquete de "picaritas" el cual compartimos entre los cuatro. Algunos vecinos pudieron medio accesar a sus casas y sacaron algunas cobijas y colchones los y las cuales compartieron con gente como yo y mi familia, quienes solo poseíamos lo que andábamos puesto a la hora del holocausto.

No sabíamos cómo estaba todo mas allá de Cinchona, lo único que sabíamos era que Cinchona estaba destrozada seguía pereciendo con cada temblor, la lluvia ayudaba; nuestro único contacto con el exterior era doña Amelia Rueda, a quien por medio de la poca señal de celular que había le podíamos contar nuestra situación y parecía ser (para nosotros en esos momentos) la única persona preocupada realmente por nosotros, además de nuestros familiares y amigos por supuesto.
Algunos helicópteros pasaban de vez en cuando sobre nosotros, al parecer eran de la Fuerza Pública y creemos que algunos del ICE, pero ninguno se esmeró por preguntar si había alguien gravemente herido como para sacarlo de emergencia del lugar. Cada vez que escuchábamos uno de esos aparatos voladores acercándose a nosotros, nos sentíamos un poco aliviados y volvía la esperanza de salir con vida de Cinchona, pero a pesar de los gritos de la gente (lo cual no servía de nada tratándose de helicópteros!) y las piruetas que los que podían hacían para llamar la atención, el helicóptero se alejaba y con él la idea de salir a un lugar donde pudieramos estar a salvo.
Y así pasamos el resto del jueves 8 de enero y luego llegó el viernes con una increíblemente fría madrugada, fría como nunca las había sentido antes en ese lugar, acompañada de más réplicas que, talvez era por el miedo, parecían hacerse cada vez más fuertes y frecuentes. La lluvia nos acompañaba y por medio de un radio fm pudimos escuchar que no podrían sacarnos si las condiciones del clima no mejoraban, y eso nos asutaba mucho.
Al ser las 5 de la mañana del día siguiente, parecía que nunnca iba a amanecer y parecía que las nubes no querían que saliéramos de ahí, pero luego el sol salió, y con cara de milagro el sol se asomó por fin espantando las nubes.
Algunos vecinos se arriesgaron un poco mas y al ver la luz del amanecer más opaco en la historia de Cinchona, se introdujeron entre los escombros de algunas viviendas para sacar una plantilla de gas y un cilindro, buscaron vasos, café, azucar y leche, algunos pudieron conseguir pan y nos preparamos para darnos un gustito, al menos para comenzar el día con algo en el estómago.
En medio del "desayuno" escuchamos el sonido glorioso de un helicóptero que se acercaba a Cinchona y que de hecho aterrizaba en la plaza de deportes, algunos ni probamos el desayuno por la emoción.
Por fin pudimos sentirnos de nuevo en contacto con el exterior. Del helicóptero bajaron paramédicos y algunos fotógrafos los cuales no dejaban de sacar fotos, ya que eran los primeros en el lugar.
(falta)





3 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Federico: Soy un observador de aves residente en Miami y he seguido esta noticia ya que he visitado ese lugar varias veces. Me cuenta mi amigo guia Tico que algunos choferes y guias estan recaudando fondos para ayudarles, pero desconozco los organizadores. Sabra Usted si hay un fondo establecido para dirigir donaciones directamente a la ayuda de su familia?
Jorge Khuly
jkhuly@bellsouth.net

Pablo Sisfontes dijo...

Hola Federico:
Gracias por contarnos la tragedia del terremoto a través de tu prisma. Esto nos permite sensibilizarnos aún más con todas las personas dannificadas, solidarizarnos y en el estado actual exigir como sociedad civil al gobierno actuar con prontitud en la atención de las necesidades de la población. La fuerza de la naturaleza nos hace reflexionar en la necesidad de ser humildes y generosos con Gaia, la Tierra Madre.

Guillermo Herrera dijo...

RENACERA,


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